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WUDE: ÉTICA MARCIAL

Daniel Pérez


WUDE: ÉTICA MARCIAL



Para muchas escuelas de estilos de combate y artes marciales, no es algo tan importante. Al fin y al cabo, la mayoría dicen que no van a la escuela o al gimnasio a aprender filosofía ni a que les den sermones sobre moralidad. En cierto modo, estoy de acuerdo. Pero sólo parcialmente de acuerdo. Es una tradición en las Artes Marciales Chinas, que el desarrollo del practicante se mida por su “Wude” o “Ética Marcial”. Según las historias que nos han llegado, algunos maestros del pasado eran pendencieros y agresivos, mientras que otros eran más amables y compasivos. Pero a pesar de que algunos pocos fueran conflictivos y con un temperamento explosivo, no eran “matones”, delincuentes o “abusones”, aunque no rehuían una pelea y a menudo, ls consecuencias eran muy graves, no solían ir por ahí abusando de los más débiles. El “Wude” en las Artes Marciales Chinas, es el código de conducta por el que se rigen profesores y alumnos de una escuela tradicional de Kungfu, y romper ése código supone el castigo o expulsión inmediata sin más. Entre otras cualidades, el “Wude”, se manifiesta con respeto, lealtad, sentido del honor, justicia y responsabilidad. Para mí, todos éstos atributos son mucho más importantes que simplemente aprender y dominar unas técnicas. Desde el punto de vista de contribuir a que el practicante lleve una vida más fructífera y más armónica con la sociedad. De hecho, sólo lo anterior, ya hace que ese practicante destaque por comparación en la comunidad social, porque como vemos cada día, estás actitudes prosociales son cada vez más difíciles de ver, la responsabilidad personal, el sentido crítico y de justicia, el respeto a todos y a las normas de convivencia, llaman la atención por su ausencia. Sin querer parecer pesimista, los valores promovidos en la actualidad como modernos son contrarios al “Wude”: libertad salvaje sin responsabilidad, hedonismo, individualismo, fanatismo ideológico e intolerancia. En resumen: “quiero hacer lo que me de la gana y la culpa de lo malo es de los demás”. No me malinterpretéis, en mis clases no doy lecciones de moralidad, ¿Quién soy yo para decir a personas adultas lo que está bien o no? No me gusta que me digan lo que tengo que hacer, por tanto, tampoco lo hago con los demás...cada uno es libre y no tengo interés alguno en convencer a nadie. El Kungfu no es una secta. El “Wude” no es un sermón ni una serie de normas, es algo que se manifiesta en la acción, en cómo se entrena en clase y en cómo se relacionan los estudiantes. La conducta es la que determina si hay “ética marcial” o no. ¿Cómo es el trato entre compañeros? ¿Es respetuoso, igualitario, sin egoísmo? ¿Cómo se dirige el estudiante al maestro? El maestro no es un igual en el contexto de la enseñanza, por tanto las críticas, cuestionamientos y faltas de respeto, desde la cultura tradicional del Kungfu, son inaceptables. En mi experiencia personal, se trata más de la actitud general que de los actos en sí. No se trata de ser una persona falsa, si no de mostrar respeto sentido, honesto y real. A un buen maestro, no le importa si un alumno le falta al respeto con sus acciones, en realidad, ello va en detrimento de ese alumno en concreto, va en detrimento de su desarrollo marcial, social y personal. En último término, ¿Para qué querría enseñar a quien no lo merece?. Otro ejemplo, las creencia políticas, sexuales, religiosas o de cualquier otro tipo del alumno, son parte de su vida privada, a mi no me importa si es de derechas o de izquierdas, cristiano o ateo, hetero o trisexual...pero si me importa si es capaz de tolerar que otros no piensen como él/ella, de no ser así, le falta “Wude”. El profesor es importante, ya que si tiene experiencia en la enseñanza y en la vida, podrá ver las propensiones, prejuicios, carácter, hábitos y los defectos que pueda tener cada alumno (y que también tenemos todos, profesores incluidos). Así, puede de forma directa o indirecta, ayudar a reconocer y templar los defectos y potenciar las virtudes que ya tenga. Todo esto, dentro de ciertos límites, pues nunca se puede saber lo que hay dentro de la cabeza de una persona, y tampoco se pretende cambiar a nadie, cosa que es, no imposible, pero casi. Si un chico es tímido, apocado o miedoso, se le puede ayudar a potenciar su confianza a través del entrenamiento. Por el contrario, una persona dominante y agresiva, debe aprender a canalizar sus tendencias de forma que sea positiva para él/ella y los demás, no para que sea percibida como intimidación, amenaza o crueldad. A veces, se puede dar alguna que otra lección práctica de humildad. Si una persona es intransigente o fanática en sus ideas, se le puede hacer “ver” de forma sincera y directa, que sus ideas a los demás ni nos sirven ni interesan. A veces, éstas pequeñas lecciones improvisadas pueden herir al alumno, o más bien. a su auto-imagen, que es la falsa identidad que nos creamos todas las personas (nuestra máscara con la que nos presentamos de forma ideal ante los demás). Pero ese daño al ego, a la larga, puede ayudarnos a evolucionar. El “Wude” no trata de ser un “santo”, nadie los somos, y la verdad es que ejemplos de lo contrario no faltan dentro del mundo de las artes marciales. Todos tenemos defectos y virtudes, pero también capacidad de ser mejores personas si realmente queremos, y desarrollar así, lo que llamamos “Wude” o “Ética Marcial”, lo que redunda en nuestro bienestar, facilita la vida de los que nos rodean, transfiriendo así, más beneficios del Kungfu a la práctica en nuestra vida cotidiana. Una persona así es un practicante ideal de Kungfu con cualidades como: Justicia; es capaz de ver abusos y engaños y actuar en consecuencia Respeto; trata a los demás con consideración Responsabilidad; no rehúye la culpa de sus fallos ni culpa a terceros de los mismos Sentido del deber; sabe lo que debe y no debe hacer Valentía; se enfrenta a los problemas según lo mejor de su capacidad Auto control; es capaz de moderar su instintos y deseos egoístas Disciplina; es capaz de dedicar tiempo, esfuerzo, perseverancia al logro de sus metas Compañerismo; siente alegría ayudando en el desarrollo de otros Humildad; evita la arrogancia o el uso del poder contra los más débiles Agradecimiento; al arte, maestros, compañeros, familia, enseñanzas y a todo ser que le ha sido de ayuda en su vida El “Wude” tiene dos aspectos: Acción y pensamiento La acción se refiere a su aplicación en la vida real, donde se ponen en práctica el respeto, la humildad, rectitud, confianza o lealtad. El pensamiento, son las cualidades mentales o intenciones interiores, tales como, voluntad, perseverancia, resistencia, paciencia o valentía...y sobre todo, motivaciones,. Para acabar, es cierto que hay personas, que yo personalmente, prefiero no tener de alumnos y que no suelen venir a aprender a éste tipo de escuela (y si lo hacen, me encargo de hacer que se vayan rápido). Este tipo de personas tienen otros lugares a donde ir...pero les falta el nivel mínimo mental y moral para que pueda enseñarles nada.


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