Daniel Pérez
Hay un arte que mucha gente conoce, aunque pocos saben de su auténtico potencial: el Taichichuan, a menudo conocido de forma abreviada como Tai Chi.
El Taichi es un sistema que proporciona múltiples beneficios, pero que destaca por su aportación a la salud y a la longevidad.
Naturalmente, no es el único factor que contribuye a tanto la salud como la longevidad, el estilo de vida, las emociones, la alimentación y los cuidados médicos cuando son necesarios, son factores clave.
Sin embargo, el concepto de salud y longevidad desde el punto de vista del Taichi y de la filosofía china tradicional del cuidado de la salud que le subyace, es un poco distinto.
Desde éste punto de vista, la salud no es simplemente ir tirando, con dolores, achaques e impedimentos constantes. La longevidad no es simplemente vivir muchos años, pero ser incapaz de caminar, leer, o realizar cualquier otra actividad normal en una persona sana.
Se trata de que el cuerpo y mente tengan el nivel de salud y forma física óptimos para cada periodo de la vida.
El Taichi trabaja con la propia capacidad restauradora del organismo, su búsqueda natural del equilibrio de los sistemas vitales, llamada homeostasis en términos occidentales.
Lo que hace tan especial a éste arte es que combina lo mejor de tres sistemas ancestrales que han pasado la prueba del tiempo:
Kungfu o arte marcial
Chikung o arte de la energía vital
Meditación, o entrenamiento de la mente o espíritu
En otras palabras, el genio de los creadores del Taichichuan fue combinar esos tres aspectos en un sólo arte, haciendo que fuera completo e integrador.
Sin tener en cuenta que muchas personas hoy día no están interesadas en la parte marcial del Taichi, sus movimientos (aunque no sepas aplicarlos al combate ni hagas el entrenamiento necesario para poder hacerlo), proporcionan beneficios que son muy útiles en la vida cotidiana: estabilidad, agilidad, elegancia, precisión, coordinación, fuerza, etc...
Más importantes son sus efectos como arte Chikung o del manejo de la energía vital: mejora de la digestión, la respiración y la circulación, regulación del sistema nervioso, aumento de la capacidad inmune y de auto regeneración del organismo, etc...
Los beneficios del Taichi como método de Meditación son muy notables: proporciona serenidad, equilibrio, tolerancia, satisfacción y sentido a la vida.
Todos estos beneficios se consiguen con dos requisitos:
1. Un buen profesor (encontrar uno, es quizá la parte más difícil para una persona no iniciada).
2. Una práctica regular y correcta (que no debe ser una obligación, si no un rato buscado cada día por placer).
Todos los estilos de artes marciales chinas o Kungfu, incluyen en mayor o menor medida, ejercicios meditativos y de control de la energía. Pero pocos como el Taichi los llevan integrados en sí mismo, sin tener que recurrir a ejercicios aparte. Además, el tipo de movimiento y la fluidez de las técnicas de Taichi, son muy adecuados para mejorar el flujo de energía.
Como vengo haciendo énfasis continuamente en mis artículos, es muy importante practicar auténtico Taichi, que puede parecer igual por fuera, pero no es lo mismo que sólo hacer los movimientos de Taichi. El Taichi pertenece, igual que el Chikung y la Meditación, a las llamadas “artes internas”, se llaman así, porque aparte del movimiento o técnica física, se entrena la energía vital y la mente (aspectos invisibles para el espectador).
Por esto último, para alcanzar los más altos logros en el Taichi, hay que practicar Taichi como arte interno.
Para una persona interesada en los aspectos de la salud y la longevidad de los que hablamos en éste artículo, es suficiente con practicar 20 minutos al día una serie, secuencia o forma de Taichi.
Lo ideal es que el Taichi, cuyo símbolo representativo es el Yin-Yang, la relación y equilibrio entre los elementos opuestos y complementarios de la vida (movimiento-quietud, actividad-calma, lentitud-rapidez, abrir-cerrar, etc...) incluya en su sesión de práctica diaria tanto el movimiento como la quietud.
Una buena forma es comenzar con la práctica de la Meditación de Pie. Simplemente erguido y relajado con los pies paralelos y sin pensar ni preocuparse de nada, que no sea aflojar la tensión mental y física. Dedicando unos 10 minutos al día, con paciencia y perseverancia, se puede entrar en el estado mental meditativo necesario para practicar el Taichi como arte interno.
A continuación se puede practicar la serie o forma de Taichi, con énfasis en realizar los movimientos correctamente, y sin hacer ninguna fuerza, sin tensión, de forma continua y fluida, dejando que la mente sigua al movimiento, uniendo cuerpo y espíritu. De ésta forma, con el tiempo y persistencia, se logrará generar el flujo de energía vital.
Hay una frase el el Taoísmo, que es la filosofía que sirve de base teórica al Taichichuan, que dice:
“Del Wuchi, surge el Taichi”
“Wuchi” es la transcripción de un término chino que viene a significar el Gran Vacío, el Absoluto, el estado anterior a toda manifestación fenoménica.
“Taichi” significa el Cosmos, el Universo, la Creación, los innumerables cambios y fenómenos que surgen y desparecen.
Podríamos decir que sería el momento anterior y posterior al Big Bang.
En la práctica ambos están representados: la Meditación de Pie se llama tradicionalmente “Postura Wuchi”, el momento de quietud, inactividad y calma que conduce a la Forma o Serie de Movimientos que son el Taichi, cuando la energía cósmica comienza a moverse y formar todo tipo de cosas.
Por eso, se dice, no sin razón, que el Taichi recrea al universo, o de forma más poética, es una “danza cósmica”, el ser humano es un universo en miniatura.
En la visión oriental, se considera al ser humano como la unión entre el Cielo y la Tierra.
De hecho, el legendario creador del Taichichuan, el monje taoísta Chang San Feng, pudo haber creado el arte a partir de su experiencia mística de unión al movimiento del universo.
Según se especula, Chang San Feng, había aprendido en el monasterio Budista de Shaolin (que era el centro de la élite de las artes marciales, desarrollo espiritual y Chikung en China), y después se retiró a cultivarse espiritualmente a los templos Taoístas de las montañas Wudang.
Es muy probable, que Chang San Feng que ya dominaba los mejor del kungfu, chikung y meditación de su época, en algún momento de su práctica sintiera que el chi o energía vital le impulsaba a moverse en su profundo estado meditativo. Más adelante, aprovechando su experiencia previa, estilizó y depuró esos movimientos espontáneos en el arte que hoy conocemos como Taichichuan o “Arte marcial del Cosmos”, un arte que integraba todo en uno.
Chang San Feng fue un genio a quien debemos honrar y agradecer por legar éste maravilloso arte para la salud y la longevidad, e incluso para guiarnos en el camino de retornar a Dios, el Tao o el Nirvana, en el nivel más alto.
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