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CÓMO CONTROLAR TU ANSIEDAD



Daniel Pérez

En los tiempos convulsos que nos toca vivir, muchas personas encuentran difícil relajar su sistema nervioso y disfrutar con calma de sus actividades cotidianas, más cuando tenemos todo tipo de estímulos sesgados por parte de los medios de comunicación y las redes sociales.

Todo eso, unido a las tensiones habituales causadas por nuestra vida laboral, relaciones familiares y sociales, etc… ha aumentado la incidencia de trastornos relacionados con la ansiedad hasta niveles epidémicos.

Como ya he escrito en otros artículos, los síntomas y manifestaciones de la ansiedad mantenida en el tiempo, son muchos, variados…y muy desagradables. Síntomas físicos como temblores, ahogos, palpitaciones, diarrea o indigestión entre otros. Síntomas psicológicos como pensamientos recurrentes, inquietud, incapacidad de serenarse, sensaciones de perder la cabeza o de muerte inminente, etc…


Incluyo, entre estos trastornos a los temidos ataques de pánico o ansiedad, en los que se dispara de golpe, de forma repentina y terrorífica, nuestro sistema de alarma natural.


También los problemas secundarios a la ansiedad, irritabilidad, abuso del alcohol (como medio para mitigar la angustia), etc...


Ésta respuesta de ansiedad, o de hiper activación de nuestro sistema de alarma natural (que forma parte de nuestro mecanismo ancestral de supervivencia), es tal que, una vez “sobrecargado”, no vuelve a la normalidad de la noche a la mañana. Cuando la ansiedad lleva tiempo molestando, debido a algún tipo de estrés (ya sea real o percibido) que se mantiene en el tiempo, no se retorna con facilidad al estado de calma, equilibrio y sosiego que debería ser habitual en una persona sana.

Esa calma, así es, debería ser nuestro estado de base normal, un estado que es el mejor para que nuestro organismo funcione mejor, sus funciones sean óptimas y se regenere y auto repare de forma efectiva en el descanso.


Dicho esto, no significa que la ansiedad sea algo “raro”, como ya he dicho, es un mecanismo natural de alarma ante retos para nuestra vida. De hecho, todos sufrimos estrés en mayor o menor medida ante dificultades de nuestra vida, problemas que son inevitables o que temporalmente fuerzan nuestros límites o nuestra “zona de confort”, como lo llaman ahora.

Pero la pregunta es: ¿Qué puedo hacer yo para devolver la tranquilidad y el equilibrio a mi cuerpo y mente? ¿Cómo puedo aumentar mi umbral de tolerancia y fortaleza ante los factores estresantes?


Desde luego hay soluciones, hay medicación y hay terapia. ¿Funcionan? La respuesta es que sí que funcionan, pero lo que es necesario es aprender a mantener el equilibrio ante los cambios de la vida y también permitir que el sistema nervioso se relaje y pueda descansar y ayudar, a su vez, a regenerar nuestro cuerpo y mente.

Aquí es donde entran las llamadas “técnicas de relajación”, que sin duda, son de mucha ayuda para paliar los efectos del estrés diario, antes de que pasen factura saturando nuestro sistema.


Entre ellas, yo tengo mucha experiencia personal en la aplicación del Chikung (escrito también como “Qigong”;), o arte del manejo de la energía vital. Éste método de origen chino, y que había sido celosamente guardado en secreto en el pasado, es excelente para tratar y aliviar todo tipo de problemas de salud física y emocional, pero sobresale en su uso para ayudar al cuerpo-mente a restablecer su estado natural de bienestar en medio de los problemas cotidianos.


Las dos habilidades que se desarrollan con el Chikung y que son a su vez, sus claves, son: el entrar en un estado mental de calma y despreocupación por un lado, y el generar el flujo de “chi” o energía vital, por otro. El flujo de energía es, en nuestro lenguaje occidental, el correcto funcionamiento de los sistemas naturales del cuerpo, ya sea su nutrición, defensa, regeneración, etc…


En otras palabras, con la práctica continuada y correcta de unos sencillos ejercicios, podemos ir instaurando estados de paz y bienestar, que serán más fácilmente alcanzables cuanto mayor sea nuestra experiencia y habilidad en el arte.


Para acabar, dos consideraciones importantes, sobre todo para obtener los resultados de éste método.


Primero, el Chikung debe ser genuino, no una imitación del movimiento externo. Por “genuino” no quiero decir qué escuela o maestro es mejor o no, “genuino” es una forma de decir, que el Chikung debe como mínimo trabajar los dos aspectos mencionados anteriormente, la mente y la energía…si queremos obtener los beneficios del Chikung. Si practicamos otra cosa, tendremos los resultados de otra cosa, no de Chikung. En principio es lo mismo que aprender a conducir, una escuela y un método es bueno si nos enseña a conducir cualquier coche. No es el coche lo que importa, es recibir las habilidades para conducirlo y que nos lleva a nuestra meta.


La segunda consideración es que para conseguir la anterior premisa, es necesario que el maestro, instructor o profesor de Chikung sea él/ella capaz de generar el flujo de energía y entrar en el estado mental meditativo, ya que de lo contrario, nunca podrá transmitir a otros cómo hacerlo. O sea, debe practicar y predicar con el ejemplo.


No se trata tanto de la escuela o nombre del sistema de Chikung, que hay cientos, si no de que sea verdadero y proporcione beneficios. El Taichi, por ejemplo, es también un sistema muy bueno de Chikung, ya que es un arte que incluye la meditación y el flujo de energía (Chikung) combinado e integrado con los movimientos y técnicas del arte marcial (Kungfu) y que se puede practicar sólo con propósitos de salud como el que es el motivo del presente artículo, el manejo de la ansiedad.


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